Música Antigua y terror

Música Antigua y terror

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En Radio Clásica cada año intentan innovar con nuevos programas y nuevas temáticas para atraer al mundo de la música clásica a todos aquellos que no la conocen.

Y es así como esta temporada han comenzado un nuevo programa titulado «La noche transfigurada» donde el terror y la música van de la mano.

La medianoche del viernes al sábado (00:00 horas), en el Estudio 666 de la Casa de la Radio, tenemos una cita con el mundo del más allá y de lo diabólico para pasarlo… ¡de miedo!

Presentado y dirigido por Daniel Quirós nos muestran, capítulo a capítulo, temas tan diversos y terroríficos como El diablo, las brujas y aquelarres, los vampiros, los zombies, los exorcismos o las danzas de la muerte.

Y precisamente, sobre las Danzas macabras han realizado un programa especial con Música Antigua que abarca obras desde la Edad Media hasta el Renacimiento.

Pasaremos por el Infierno de Anthony Holborne, el Media vita in morte summus de cuyo autor se han establecido numerosas conjeturas, o el famoso Ad mortem festinamus del Llibre Vermell para acabar con este recorrido de la música en la Europa más oscura con una narración, realizada por su presentador, de las «Coplas a la muerte de su padre» de Jorge Manrique (acompañadas por Tomás Luis de Victoria y la Lección Segunda y Tercera del Oficio de Semana Santa).

Si te gusta el terror, la música antigua y las danzas de la muerte, ¿a qué esperas para escuchar la última «Noche transfigurada» de @radioclasica?

Aquí tienes el enlace…

Las danzas de la muerte son un género artístico que surge a finales del Medioevo como alegoría de la fugacidad de la vida en una época marcada por los continuos brotes de peste negra que convertían la muerte en algo cotidiano.

Son un reflejo de la ideología religiosa de la época que, por un lado, recuerda que los placeres terrenales son pasajeros y, por otro, evoca el poder igualatorio de la muerte.

Estas danzas macabras eran representaciones que significaban la igualdad de todos los seres ante el Juicio final…

El teatro y las representaciones fueron una herramienta útil para enseñar al vulgo los mensajes doctrinarios de la Iglesia, que los expresaba oficialmente en el templo y en latín. La población convivía con la muerte.

Era algo habitual extraer mensajes y enseñanzas de la vida cotidiana, especialmente en lo que concierne al mensaje cristiano: la función pedagógica de la danza subrayaba la importancia de la gloria y la eternidad a través de la perennidad de la vida mortal.

“La Iglesia utilizó el teatro como recurso evangelizador” para las clases populares.

El Origen

El origen de las danzas de la muerte no acaba de clarificarse.

Hay quienes defienden la primacía de textos germánicos sobre los franceses y latinos.

La mayoría de los investigadores consideran que las danzas se gestaron en Alemania (refiriéndonos, en este caso, a los orígenes literarios, pues se cree que la primera danza gráfica fue la del Cementerio de los Inocentes en París, hoy desaparecida), ya que la creencia en fiestas nocturnas en los cementerios llevadas a cabo por los muertos que salían de sus tumbas proviene de ese ámbito territorial.

Se representan esqueletos o cuerpos en descomposición danzando sobre las tumbas y tocando instrumentos musicales como la flauta o el violín.

Algunos investigadores opinan que el origen de las danzas se centra en los sermones eclesiásticos y en una pequeña representación teatral llevada a cabo en la iglesia a modo de escenario, sin embargo no hay documentos que lo corroboren.

Para comprender el significado y la importancia de las danzas de la muerte hay que conocer el contexto donde se desarrollaron.

La Europa bajomedieval de los siglos XIV y XV se caracterizó por la asolación de la crisis y la enfermedad.

La depresión agrícola, producida por el agotamiento de los suelos y el fin de los procesos colonizadores, conllevó un descenso de la productividad agraria que, junto a un aumento demográfico, provocó la aparición del hambre y los problemas de abastecimiento.

A este panorama desolador se unieron los conflictos bélicos y la aparición de las epidemias.

La muerte convivía con los vivos en su vida diaria por lo que en este difícil ambiente comenzó a desarrollarse un sentimiento de temor y desconfianza que hicieron proliferar movimientos milenaristas y flagelantes, con sus ideas sobre el inminente Juicio Final.

Prácticamente todas estas representaciones se encuentran en un recinto religioso (abadías, iglesias, cementerios…) aunque a partir del siglo XV muchas de estas danzas formarán parte de la ornamentación de algunos Libros de Horas, en los Oficios de Difuntos.

Que los esqueletos aparezcan danzando dentro de centros religiosos tiene su origen en la celebración de eventos dentro de los cementerios llevados a cabo antes del siglo XIII, pues en ellos se bailaba, cantaba, comerciaba y jugaba.

La temática de estas Danzas se basa en la agonía del hombre frente a su defunción, a la Muerte en sí misma como ente puramente realista y a la putrefacción de los cuerpos.

En las representaciones gráficas, la Muerte mantendrá un diálogo con cada una de las víctimas, que originalmente estáticas, son obligadas a bailar con movimientos raquíticos.

Aparecen cadáveres en descomposición, con hendiduras que dejan entrever las vísceras.

Desnudos o tapados con un lienzo, se tapan sus miembros sexuales inexistentes.

Danzan al ritmo de la música y reposan sus brazos en el hombro de la víctima a la que acompañan.

A veces aparecen portando un instrumento musical, mostrando un lado seductor, atractivo, el poder diabólico de encantamiento de la música.

Cada cadáver está asociado a un miembro de la pirámide social al que acompaña.

Estos personajes, representantes de las distintas clases sociales, son las víctimas a las que se les obliga a bailar.

La Danza de la Muerte en España

En España existen danzas macabras de gran importancia, aunque el caso español es algo peculiar ya que todos los ejemplos son exclusivamente textuales.

La Dança General de la Muerte es un poema conservado en el Escorial, que se estima realizado en el siglo XV.

Se piensa que no es una pieza destinada al teatro.

Algunos expertos sostienen que la calidad literaria de este poema es superior a la de los textos similares conocidos en Europa.

No se sabe quién es el autor del poema, aunque probablemente fue un religioso ya que demuestra familiaridad con la estructura jerárquica de la Iglesia, el latín, la poesía y muchos conocimientos de orden general.

El texto presenta la misma disposición de los personajes que la danza francesa y las únicas mujeres que aparecen son las esposas de la Muerte, que no participan en la danza, son sólo observadoras.

Otro ejemplo de las danzas de la muerte en nuestro país lo encontramos en la poesía de Jorge Manrique, autor del magno poema “Coplas por la muerte del Maestre de Santiago, Don Rodrigo Manrique”, su padre, que constituyen la cima de la poesía castellana del S. XV.

Partiendo del tema concreto de la muerte de su padre, medita el poeta sobre el paso del tiempo: el tiempo y la muerte nivelan a los hombres en una acción democratizante, una característica propia de las danzas de la muerte.

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
allegados; son iguales,
los que viven por sus manos
y los ricos” -Jorge Manrique-

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