Los instrumentos más bellos que jamás se hayan construido

Los instrumentos más bellos que jamás se hayan construido

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El desarrollo de la fabricación de instrumentos a finales del siglo XVI, fue notable.

El violín, especialmente, ya es prácticamente perfecto a partir de 1600.

Relegado otrora a las tabernas, porque se consideraba vulgar y chillón, este instrumento fue objeto de investigaciones minuciosas acerca de la calidad de las maderas, su secado, su manufactura con la gubia, la composición de las colas y barnices, las proporciones de sus diversos elementos.

Los fundadores de dos grandes escuelas intalianas de construcción de instrumentos fueron Gasparo de Saló (1542-1609), escuela de Brecia, y Andrea Amati (1533-1612), escuela de Cremona.

El más ilustre discípulo del primero, Maggini, fue un artesano genial, a quien podría considerarse como creador del violín moderno.

Tras él, la escuela de Brescia quedó eclipsada por la de Cremona, en las que los principales sucesores de Amati fueron Nicolo Amati (1596-1684), su nieto, el discípulo de éste Antonio Stradivari (1644-1737), llamado Stradivarius, el más célebre fabricante de todos los tiempos, y Giuseppe Guarnieri «del Gesù» (1698-1744).

Los Gabrieli fueron, sin duda, los primeros compositores que escribieron inequívocamente para los violines (Conciertí a 6-16 voci, 1587); Monteverdi ya utilizó una técnica muy evolucionada; pero hasta la segunda mitad de l siglo XVII no aparecerían los primeros maestros de la música violinística, que consagrarían el triunfo de esta familia de instrumentos: Giovanni Legrenzi, Fran von Biber, G.B. Vitali y Arcangelo Corelli.

Aunque anticuadas, las Violas también mantuvieron un lugar eminente en la vida musical casi hasta mediados del siglo XVIII, sobre todo en Francia y en Inglaterra.

El Bajo de Viola llega a ser el intérprete tradicional de los bajos continuos conjuntamente con algún instrumento polifónico, y al mismo tiempo se revela como admirable instrumento solista.

Y la familia se enriquece incluso, hacia mediados del s.XVII, con un curioso instrumento llamado «Viola de Amor», muy apreciado en solo por su bella sonoridad velada.

Es una especia de Viola Alto da Braccio (que se apoya bajo el mentón) provista de seis o siete cuerdas principales y de un cierto número de cuerdas que vibran por resonancia, estas últimas están tendidas bajo el mango y pasan al través del puente.

Se agrega al órgano un cuarto teclado con mixturas más ricas y algunos registros nuevos.

Se agregan pedales al Clavecín, en lugar de correderas para elegir los registros, y se agrega un registro de Laúd y un 16 pies.

Pero más bien que estos perfeccionamientos, por otra parte desigualmente difundidos, lo que avalora los instrumentos barrocos es la notable calidad de su manufactura.

Es la época de los deliciosos positivos, ricamente decorados, sobre todo la de las obras maestras de los primeros Thierry, de los primeros Clicquot, de Arp Schnitger, Casparini, etc.

Es también época de los grandes clavecines de la familia Ruckers, de Amberes, los más bellos que jamás se hayan construido: calidad sonora, precisión de mecanismo, espléndidas decoraciones debidas a los mejores pintores flamencos o extranjeros.

Los progresos en la fabricación actúan naturalmente sobre las técnicas de ejecución, que a su vez inducen nuevas concepciones de la escritura y de las formas instrumentales.

La evolución continua y se apoya en las adquisiciones del Renacimiento.

Pero la forma musical tiende a hacerse conceptual, a definirse como un cuadro intelectual preconcebido.

Ciertas formas deberán su desarrollo a la familia del violín, que pronto se haría preponderante en la música concertante; otras, a los instrumentos de teclado, cuya reciente perfección aseguraría el triunfo, en un repertorio que al principio fue análogo al del laúd.

Este instrumento, símbolo musical del Renacimiento, alcanzó su apogeo en la primera mitad del siglo XVII.

Hasta 1680 aproximadamente, en Francia sobre todo, es un serio contrincante para el clavecín.

Pero una forma musical no es una institución que toma efecto desde el depósito de los estatutos, es una experiencia colectiva que se define e impone sus reglas después.

Al menos hasta 1650 se llama indiferentemente sonata, toccata, canzone, sinfonía, a piezas de todo género.

Se encuentran sinfonie para un instrumento.

No obstante, la mayor parte de las forma instrumentales clásicas, cualquiera que sea el vocabulario, se desarrollaron en la época barroca.

4 Comentarios sobre “Los instrumentos más bellos que jamás se hayan construido”

  1. Se dice qeue los que fabricaron los guaraníes en las misiones jesuíticas del Paraguay, no tenían nada que envidiarle a los mejores Luthiers italianos… Saben algo al rspecto?

  2. El sonido de los instrumentos originales es, imperecedero, vibrante y exquisito. Ojala perduren siempre…

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