«La música antigua puede ser nueva hoy»

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William Christie ha conseguido lo que casi nadie: convertir la representación de una ópera de Monteverdi con instrumentos de la época en una celebración llena de frescura y público juvenil.

Es verdad que buena parte del actual boom de la interpretación musical historicista y la recuperación del barroco es fruto del trabajo de este estadounidense afincado en Francia, ya sea como director de otras formaciones o frente a su propio ensemble Les Arts Florissants.

Christie y Les Arts Florissants son las estrellas de la Semana de la Música Religiosa de Cuenca que celebra durante estas fiestas de Pascua su 54ª edición.

Este Jueves Santo el Teatro Auditorio de la ciudad manchega acogerá su interpretación de la Misa en si menor de Johann Sebastian Bach, horas después de que Christie se desdoble en musicólogo y divulgador en una conferencia sobre la obra en el Parador.

«Enseñar es el sentido de mi vida», explica Christie.

«Es lo que he hecho desde siempre, ya fuese en la escuela Juilliard School de Nueva York o en Francia, donde vivo.

Para mí, siempre ha sido una idea muy potente el poder hablar, transmitir cosas, a tus oyentes, más allá de la mera escucha de las piezas».

Y de esta Misa señala que «es uno de los grandes testamentos de Bach y una de las grandes composiciones de la Historia de Occidente».

En ella, afirma a EL MUNDO antes de viajar a Cuenca, «escogió una de las formas religiosas de música más antiguas, que es la misa, para mostrar su genio».

De lo teórico a lo práctico, explica su aproximación desde la que es su principal seña de identidad como director.

«Mi percepción de Bach viene condicionada por mi larga práctica de interpretación musical historicista», enuncia.

«Y digamos que eso condiciona los ingredientes de mi fórmula para aproximarse a las piezas de Bach.

Pero, dicho esto, creo que el genio interior de piezas como éstas trasciende todo lo demás.

No quiero decir que lo que puedo aportar a Bach no sea importante, en términos de un enfoque más realista o una musicalidad más acorde a los instrumentos de la época.

Pero la realidad es que incluso las veces que la he escuchado tocada por orquestas modernas o formaciones que no tienen una especial consideración por la interpretación historicista, éstas pueden seguir usándola con todo su poder y esplendor».

A partir de ahí, alecciona a sus músicos: «Les digo que no necesitamos hacerle mucho a Bach, sino entregarle todas aquellas cosas que amamos de él: las grandes estructuras, el amor por las armonías…».

En una época en que los recelos hacia la cultura de los otros va en aumento, Christie representa con su vida y su trabajo un afán por ir más allá de las fronteras nacionales o mentales que se siguen estableciendo en la actualidad.

«Aunque sea estadounidense de nacimiento, la cultura y, sobre todo, la estética europea han tenido un gran impacto en mi vida», asegura.

«Estudié historia en Harvard y siempre me he mostrado muy sensible hacia el espíritu de cada lugar».

Una circunstancia que comparten muchos compatriotas.

«En Estados Unidos tenemos algunas de las mejores orquestas del mundo y son tan buenas en divulgar este maravilloso legado porque es un denominador común que comparte toda la humanidad», plantea.

En ese sentido, la Semana de la Música Religiosa es una oportunidad para encontrar lo que nos une a través de las diferencias.

«Las dos veces anteriores que he ido a Cuenca me ha impresionado no sólo por lo que he visto, sino por lo que he sentido, por el profundo sentimiento estético-religioso que se sigue respirando gracias a que sus habitantes lo mantienen vivo».

Y tal vez sea ese espíritu abierto lo que consiga lo que tantos programadores de música clásica anhelan conseguir, sin lograrlo: atraer a nuevos públicos.

«No tengo que hacer música de una manera particular para intentar atraer a la gente joven», sentencia él.

«Si vienen es porque les gusta.

Les gusta cómo la tocamos, les gusta su aproximación a la historia y les gusta, quizá, porque les suena nuevo.

La Música Antigua puede ser nueva hoy.

Así que no tengo problemas en intentar vender lo que hago».

Y plantea una solución: «Simplemente el problema para atraer a un público joven es el precio de las entradas: tan pronto como éste se reduce, los auditorios rejuvenecen».

Escrito por DARÍO PRIETO | Madrid | Elmundo

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